Sumario: | Las crónicas que componen este libro no fueron hechas por enviados especiales que siguieron cronometradas agendas entre aparatos de última tecnología en hoteles de lujo pagados por los poderes de turno. Apenas algún pibe o alguna piba inquietos con su mochila y un manojo de buenas ideas pululando por los caminos, grabadorcito en mano, mirada atenta, paciencia dispuesta al aprendizaje que nos convida la realidad. Los textos recorren Sudamérica dibujando un mapa en forma de espiral. Ese espiral que para los pueblos originarios significa vida, devenir, palabra. Crónicas que nacen del deseo infantil de un mapa abierto para luego atravesar el continente desde la Patagonia a la Guajira, ahí donde las comunidades indígenas siguen luchando; donde los pescadores artesanales reman contra los avatares de la industria y el turismo; o donde las madres hilanderas luchan por mantener su tradición. Metiéndose entre los senderos de la cordillera de los Andes para denunciar a un tal Lewis, gringo loco que se apodero de un lago entero en el Bolsón o viajando en coche por la selva del Chapare junto a un tal Evo Morales. Un viajero que atraviesa el altiplano en medio de un corte de ruta junto a un minero que regresa a su pueblo para el cumpleaños de su hija; uno que analiza el presente peruano en los ojos de Mariategui; otro que recorre Lima buscando poetas en tiempo de Sendero Luminoso. Un periodista que se mete en el desierto de Atacama detrás del rumor de un pueblo abandonado por el negocio minero y otro que se acerca a La Higuera a certificar los restos del mito revolucionario que descansa en remeras y postales de dos pesos. (Descripción del editor).
|