Sumario: | "las transformaciones del hombre" es cuestionar la importancia del desarrollo técnico en la historia del ser humano. Desde su punto de vista, el hombre no es ante todo el homo faber, una criatura de utiliza herramientas. Por el contrario, Mumford antepone el papel relevante que tiene en el desarrollo del hombre el sueño, el lenguaje y la religión. Estas actividades subjetivas que marcan el desarrollo interno del hombre han marcado la historia del pensamiento y las instituciones humanas. De una primera etapa primitiva, en la que el hombre "carecía de conciencia de sí, porque su yo, como entidad separada del grupo, no existía todavía", el ser humano pasó a la civilización que "puso un freno exterior a esta subjetividad: impuso una obediencia exterior a fuerzas que no eran las propias, a dioses y reyes sino a situaciones reales de la naturaleza; y proporcionó a todas las actividades humanas un base mecánica de orden". La siguiente gran etapa en la evolución de la vida interna del hombre vino de la mano del surgimiento de un nuevo ser, el hombre axial. Durante este amplio periodo de la evolución cultural del hombre, su parte interior "se separó del mundo exterior y de sus instituciones que lo aprisionaban. La visión de un Dios Único y unificador, omnisciente y omnipotente, llegó a ser tan real que el mundo exterior, en comparación parecía trivial y sin importancia". Este dualismo entre "este mundo" y el "otro mundo", el pronunciado desequilibrio entre la parte subjetiva y objetiva del hombre, han marcado la historia del hombre, según Mumford. La última etapa de la lucha entre lo material y lo espiritual comenzó en el siglo XVII. En contraposición a la profunda religiosidad de los siguientes precedentes, a partir de este momento la unidad entre ambos aspectos de la existencia humana se "lograba suprimiendo o pasando por alto toda expresión subjetiva salvo su propia especie de pensamiento". Desde entonces la fría inteligencia ha llegado a dominar todos los aspectos de la vida, dando lugar al tipo de hombre más frecuente en nuestros días, el hombre posthistórico. José Manuel Pérez Rivera.
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