Özet: | «"¿Qué tengo yo en común con los judíos? Nada. Con nadie, ni siquiera conmigo mismo." Nada tampoco expresa su mejor esencia. Franz Kafka era un hombre a quien sus amigos más cercanos describían como alguien que vivía detrás de una pared de vidrio. Kafka escribió en la tradición de los grandes contadores de historias en Yiddish. Pero a esa tradición le agregó una infatigable conciencia expandida. Alienado desde sus raíces de su familia, de quienes lo rodeaban y, básicamente, de su propio cuerpo, vivió en medio de la autohumíllación y las fantasías más bizarras. Creó, de todos modos, un lenguaje literario único; en él, su escondrijo fue transformarse tanto en cucaracha, mono, perro, verruga, como en un artista de circo que muere de hambre frente al público que lo admira. El brillante texto de David Zane Mairowitz y las ilustraciones del célebre dibujante de cómics underground norteamericano Robert Crumb van más allá del cliché kafkiano. Detrás de la pared de vidrio encuentran a la única criatura que allí se exhibe. Y redimensionan su espíritu genuino.»
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